Puerto Rico se halla en un momento trascendental de su historia, donde las decisiones que tomemos hoy resonarán en el futuro de nuestra juventud. En este escenario crucial, es imperativo reflexionar sobre el papel vital que juega la economía de libre mercado en el desarrollo y la prosperidad de nuestra isla.
El libre mercado no se reduce a un mero sistema económico; es un catalizador para el progreso y la innovación. Cuando se permiten que las fuerzas del mercado operen sin trabas excesivas, se crea un entorno propicio para la generación de riqueza y oportunidades. Este es un factor crucial para empoderar a nuestros jóvenes, proporcionándoles las herramientas necesarias a través de políticas que busquen reducir la burocracia gubernamental, estableciendo así un gobierno limitado y disminuyendo la carga contributiva sobre nuestros ciudadanos de manera que no penalice la creación de riqueza.
Históricamente, las naciones que han abrazado el libre mercado han experimentado un crecimiento económico sostenible y una mejora significativa en la calidad de vida de sus ciudadanos. Es hora de que Puerto Rico deje atrás el populismo y aproveche este potencial al máximo, cultivando un ambiente empresarial vibrante que fomente la creatividad y la iniciativa.
En Puerto Rico, donde las tasas de desempleo juvenil y la emigración son preocupaciones persistentes, se requiere un cambio de perspectiva, expresa Jonatan Benítez. (Shutterstock)
La creación de riqueza no debe ser condenada, sino alentada como un motor de progreso. Las empresas exitosas no solo generan empleos de mayor remuneración económica para nuestros recién graduados, sino que también contribuyen al bienestar general mediante la inversión en infraestructuras, servicios sociales y programas educativos. Estos beneficios son esenciales para el desarrollo integral de nuestros jóvenes.
En Puerto Rico, donde las tasas de desempleo juvenil y la emigración son preocupaciones persistentes, se requiere un cambio de perspectiva. Fomentar un ambiente empresarial sólido no solo retendrá el talento joven en la isla, el cual ha mostrado interés en migrar a estados con mayores índices de libertad económica, sino que también atraerá inversiones y creará oportunidades para el crecimiento económico local a largo plazo.
Además, es crucial entender que el libre mercado no es incompatible con la responsabilidad social. Las empresas pueden y deben desempeñar un papel activo en la construcción de comunidades sólidas y sostenibles. Invertir en programas educativos, impulsar iniciativas de desarrollo comunitario y adoptar prácticas sostenibles son pasos esenciales para asegurar que el progreso económico vaya de la mano con el bienestar social.
En conclusión, Puerto Rico tiene la oportunidad de construir un futuro vibrante para su juventud al abrazar y potenciar la economía de libre mercado. Este no es solo un llamado a la acción económica, sino también a la inversión en el capital humano de la isla. Al hacerlo, no solo estaremos asegurando la prosperidad económica para nuestros jóvenes del presente, sino también construyendo cimientos sólidos para las generaciones venideras. La elección es nuestra, y la puerta hacia un futuro próspero está abierta si decidimos cruzarla con determinación y visión.
Este artículo fue publicado originalmente en El Nuevo Dia.