El Premio Nobel de Economía: lecciones para Puerto Rico

Acemoglu, Johnson y Robinson resaltan la importancia de tener instituciones económicas adecuadas para el desarrollo, escribe Juan Lara.

El secretario permanente de Ciencias, Hans Ellegren, en el centro, Jakob Svensson, a la izquierda, y Jan Teorell, de la asamblea del Nobel, anuncian el Premio del Banco de Suecia de Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A Robinson, en la pantalla, durante una conferencia de prensa en la Academia Sueca de Ciencias en Estocolmo, Suecia, el lunes 14 de octubre de 2024. (Christine Olsson)

Tres economistas de Estados Unidos recibieron en estos días el premio Nobel de Economía por su contribución al estudio de cómo las instituciones influyen en el desarrollo económico de un país. Son ellos Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson. Los primeros dos son del Massachussets Institute of Techonoly (MIT) y el tercero de Harvard.

El trabajo de estos investigadores parte de una de las preguntas más fundamentales en el estudio de la Economía, que es por qué algunos países han alcanzado un nivel avanzado de desarrollo y muchos otros no lo han logrado. La respuesta que ellos le dan a esta interrogante es que la diferencia entre el éxito y el fracaso en el desarrollo económico estriba en si las sociedades logran o no adoptar instituciones económicas que promuevan y apoyen la iniciativa, la innovación y la competencia. Esto, a su vez, depende de los juegos de poder entre grupos con diversos intereses.

Acemoglu, Johnson y Robinson no son los primeros economistas en señalar la importancia de tener instituciones económicas adecuadas para el desarrollo. Existe una escuela institucionalista en la Economía que tuvo gran influencia hace más de un siglo y uno de cuyos exponentes fue Rexford Tugwell, quien dejó un legado importante de transformación en su gestión como último gobernador estadounidense de Puerto Rico. Para los interesados, el economista Francisco Catalá analiza la obra de Tugwell en un libro titulado Promesa Rota.

Lo que les mereció el premio Nobel a estos autores fue la elaboración de una teoría formal sobre la dinámica política mediante la cual las sociedades construyen y adoptan diferentes tipos de instituciones económicas que no son siempre favorables para el desarrollo económico. En uno de sus trabajos más diseminados, los autores indican que las instituciones de los países más exitosos han sido las que imponen restricciones efectivas a los que detentan poder político y económico y limitan los beneficios que estos grupos pueden capturar a expensas del resto de la sociedad. Este tipo de institución apoya la igualdad de oportunidades y el acceso generalizado a la propiedad. Por el contrario, los países menos exitosos son aquellos que han entronizado instituciones que favorecen a grupos privilegiados y perpetúan la desigualdad en el acceso a los recursos de la economía.

Para países como el nuestro, que luchan por encontrar una senda efectiva de desarrollo sostenido, esta visión es mucho más que un ejercicio teórico. Muchos estudiosos de la realidad puertorriqueña han señalado el deterioro de las instituciones en la isla como una de las causas principales, si no la principal, del pobre desempeño de nuestra economía. Dos grandes problemas de carácter institucional son bien conocidos: la corrupción y lo que en la teoría económica se ha denominado la caza de rentas (rent- seeking).

La corrupción tiene el efecto de corroer las instituciones que promueven la competencia y protegen derechos económicos fundamentales como la igualdad ante la ley y el respeto de los contratos. Otra de sus consecuencias es que mina la confianza de la ciudadanía y los empresarios honrados en la transparencia y equidad de los procesos económicos ordinarios. Esto, a su vez, inhibe la inversión y el empresarismo.

La llamada caza de rentas no es lo mismo que la corrupción, pero puede conducir a ésta. Se trata de aprovechar oportunidades de obtener beneficios que no están disponibles para todo el mundo, como trato contributivo especial o acceso a cierto tipo de contratos. Cuando las instituciones existentes facilitan la caza de rentas, se desvía el esfuerzo de muchos empresarios hacia cultivar las influencias políticas en vez de enfocarse en la innovación, la inversión y la productividad. El efecto en el desarrollo económico puede ser muy negativo.

Antes de comenzar la campaña eleccionaria actual, algunos pensábamos que el tema del desarrollo económico iba a dominar el debate político orientado a las elecciones generales. No ha sido así. Más bien, el tema económico ha quedado relegado a menciones marginales y superficiales. Esto es un reflejo más del desgate de nuestras instituciones económicas y políticas, que no conducen a la búsqueda de consensos amplios sobre asuntos críticos para nuestro futuro. El mensaje de estos tres ganadores del premio Nobel de Economía está dirigido a oídos como los nuestros.

Este articulo de opinión fue publicado originalmente en El Nuevo Dia.

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