Retos al liberalismo clásico


Juan Lara

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La economía de libre mercado es un sistema económico de demostrada eficacia para coordinar el uso eficiente de los recursos de una sociedad y promover la innovación productiva, pero como toda institución humana enfrenta retos que pueden entorpecer su buen funcionamiento y deformar sus resultados. Existe una gama de conductas impropias, e incluso ilegales, que desvían el objetivo empresarial legítimo de realizar ganancias hacia un afán de lucro desligado de la actividad productiva y enfocado en la explotación de ventajas y privilegios. Estas prácticas incluyen la caza de rentas (rent seeking), el clientelismo, el nepotismo, el amiguismo (cronyism) y —en casos extremos— la corrupción.

Todas estas prácticas forman parte de lo que el destacado economista William Baumol caracterizó como el “empresarismo improductivo”, que consiste en la desviación de la iniciativa empresarial hacia la búsqueda y usufructo de ventajas indebidas en lugar de canalizarse hacia el aprovechamiento de oportunidades económicas genuinas, como ocurre con el “empresarismo productivo y creativo”. Este fenómeno, además de su inmoralidad intrínseca, tiene costos económicos para la sociedad porque conduce al mal uso de recursos y el desperdicio de oportunidades de crear riqueza, en lugar de simplemente redistribuirla.

El liberalismo clásico, que es la filosofía de la libertad económica y el sistema de libre mercado, está continuamente expuesto al efecto corrosivo de estos retos, que distorsionan la motivación de los agentes económicos y fomentan un régimen en el que se recompensa el oportunismo político y se desmoraliza la figura del verdadero empresarismo. Si no se detiene su propagación, estas prácticas pueden convertir una economía dinámica en un ecosistema económico estancado y hasta decadente.

La caza de rentas consiste en procurar ganancias que no provienen de la producción y venta de un bien o servicio, sino de aprovechar una ventaja que no está disponible por igual a todos los miembros de la sociedad; por ejemplo, un empresario o una empresaria que se las ingenia para que se le brinde un trato contributivo favorable a su negocio puede obtener una ganancia superior a la de sus competidores, sin hacer una contribución productiva que lo justifique. La ganancia excesiva que proviene de ese beneficio contributivo especial es un ejemplo de lo que los economistas llaman una “renta”.

Cuando existe la posibilidad de obtener ingresos de “rentas”, que suele ser cuando la legislación vigente crea condiciones para negociar y lograr un trato favorable en asuntos contributivos o regulatorios, hay una fuerte motivación para que los empresarios compitan entre sí para agenciarse esos favores de parte del gobierno. Esto tiende a fomentar relaciones poco éticas entre entidades privadas y oficiales gubernamentales, y puede degenerar en actos de corrupción; pero aún si no se llega a ese extremo, se desarrolla el hábito de la inversión política (apoyar con dinero y otros recursos a candidatos a puestos electivos con la expectativa de un beneficio futuro), y se socava el ambiente de sana competencia que supone la economía de libre mercado. La inversión política consume recursos que dejan de estar disponibles para la inversión productiva; se invierte en ganar influencia, en lugar de invertir en activos que estimulan la competitividad de las empresas y la economía en su conjunto.

Además de la caza de rentas, el clientelismo es otra práctica que fomenta la inversión política y debilita la libre competencia entre agentes económicos. En este caso, oficiales gubernamentales en posiciones de autoridad canalizan contratos a personas con las que tienen relaciones políticas o de negocios, cerrándole el paso de ese modo a otros que podrían ofrecer los mismos productos o servicios en condiciones más favorables para el erario. Esta práctica suele llegar a la corrupción, como se ha visto en múltiples casos de contratación en agencias del gobierno de Puerto Rico.

El nepotismo es parecido al clientelismo, pero en este caso las personas favorecidas tienen lazos familiares con la autoridad que concede el contrato, empleo o beneficio, que típicamente es alguien en una posición del gobierno, pero puede ser también una persona influyente en una entidad privada. Lamentablemente, esta práctica ha sido muy frecuente en el gobierno y las corporaciones públicas en Puerto Rico; y su efecto ha sido negarle oportunidades de empleo y contratación, a muchas personas y entidades que sí tienen las capacidades y los méritos para proveer servicios de calidad y a un costo justo para los contribuyentes.

Otra modalidad es el amiguismo, que se parece al clientelismo y el nepotismo, pero consiste en favorecer a un grupo selecto de amigos y allegados en la otorgación de contratos y oportunidades de empleo. En algunas sociedades, esta práctica es tan generalizada que se convierte en una característica dominante del sistema económico. A esto se le ha llamado “capitalismo de amigos” (crony capitalism), que es una expresión irónica porque el verdadero capitalismo, que es otro nombre para el sistema de libre mercado, supone el éxito de los más capaces en un espacio de competencia sin favoritismo.

Muchos economistas han estudiado el efecto dañino de estas formas de conducta indeseable. En un estudio famoso de principios de la década de 1970, Anne Kruger ilustró la ineficiencia económica ocasionada en la India por la caza de rentas promovida por la existencia de beneficios selectivos, en el acceso a las oportunidades de importar productos al país. En Puerto Rico no se han realizado muchos estudios sobre este tema, pero no hay duda de que la caza de rentas es una práctica común en nuestra economía que debe analizarse con detenimiento, dada la existencia generalizada de incentivos para múltiples variantes de actividad económica.

Cada una de estas prácticas amerita un ensayo particular, especialmente para documentar su operación y sus efectos en la economía de Puerto Rico. En escritos futuros se presentarán ejemplos reales de caza de renta, nepotismo, clientelismo y amiguismo para ilustrar la prevalencia de esta conducta en la Isla y las formas en que obstaculiza el desarrollo económico de nuestra sociedad.

El Dr. Juan Lara es catedrático de Economía en la Universidad de Puerto Rico, autor de varios artículos y capítulos de libros, y columnista frecuente en la prensa.

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