Toda persona que me conoce sabe que suelo hablar hasta con las paredes. Pero, últimamente me he encontrado callada. Me pregunté: ¿Por qué ya no quiero hablar? La respuesta surgió más rápido de lo que imaginé. Hablar me lleva a pensar y pensar… Pensar me causa rabia con la situación del país.
Mi momento favorito de cada viaje es regresar a mi isla. Aun viviendo afuera, hice siempre el conteo regresivo para volver. ¿Por qué? Porque como Puerto Rico, no hay otro lugar.
La sensación de pararse frente al mar, oler la sal y escuchar las olas. Asistir a unas fiestas patronales y comer frituras. Ir de chinchorreo con familiares y amistades. El sabor de nuestra comida, el ritmo de nuestra música, el calor de nuestra gente no se encuentra en ningún otro sitio.
Como Puerto Rico, no hay otro lugar. La sensación de pararse frente al mar, oler la sal y escuchar las olas. Asistir a unas fiestas patronales y comer frituras... El sabor de nuestra comida, el ritmo de nuestra música, el calor de nuestra gente no se encuentra en ningún otro sitio, escribe Julianna Acevedo Negrón (Ramón “Tonito” Zayas)
Sin embargo, en Puerto Rico tanta belleza es opacada diariamente por el maltrato de quienes nos gobiernan. He escuchado a personas decir: “No le hago caso a la política, todos son iguales”. La política nos rodea en todo lo que vivimos y afecta todo lo que hacemos. Es un elemento esencial de vivir en una sociedad civilizada. Por eso, es imposible no prestarle atención.
La política no es el problema, el problema es el grupo de personas en el poder, quienes día a día nos faltan el respeto, nos desplazan, nos aplastan. No sirven al pueblo, sino a intereses propios. No construyen futuro. Solo se se ocupan de aprovecharse individualmente del presente, sin importarle las consecuencias de sus actos en cuanto a lo que se supone que representen.
Incertidumbre… Quizás mi mayor preocupación es el miedo a tenerme que ir definitivamente. Yo soy sumamente privilegiada. He vivido toda mi vida en San Juan y nunca me faltó nada gracias al sacrificio constante de mis papás. Siempre me inculcaron la importancia de la educación.
La política no es el problema, el problema es el grupo de personas en el poder, quienes día a día nos faltan el respeto, nos desplazan, nos aplastan, escribe Julianna Acevedo Negrón. (Teresa Canino Rivera)
Esta educación, según los adultos me decían cuando niña, me llevaría al éxito, a la estabilidad, a poder vivir bien. Hoy sigo estudiando y trabajo a tiempo completo. Ya soy adulta y no he podido lograr lo que hubiese querido a mi edad. Tengo deudas estudiantiles, no tengo hogar propio y ni siquiera podría pagar un carro.
Por mucho tiempo pensé que el problema era yo. Sin embargo, hablo con personas a mi alrededor y somos muchos en las mismas. Entonces, no soy el problema. No es mi generación. No es la educación que recibí. El problema es que Puerto Rico, mi pedazo de tierra favorito, se ha vuelto un lugar donde no tengo cabida.
Tengo la opción de quedarme, cobrar poco y sobrevivir como pueda o irme a otro país lejos de mi familia, de mis amistades, de las calles de San Juan, de la hamaca de mi abuela, de la brisa de las montañas, de las playas que fueron protagonistas de los veranos de mi niñez, de esta isla tan especial que me ha visto crecer…
Por eso, se me han quitado las ganas de hablar.
Este artículo fue publicado originalmente en El Nuevo Dia.