Algunos representantes del sector privado organizaron en días recientes un Comité de Acción Política (PAC por sus siglas en inglés) que lleva el nombre de “Democracia es Prosperidad”. El organismo busca apoyar a candidatos políticos que abracen el libre mercado y los valores empresariales alineados a una visión de desarrollo económico alejada de la intervención gubernamental y el populismo.
La entrada a escena del sector privado al campo político representa un cambio fundamental en la actitud histórica pasiva que han tenido los empresarios en la gobernanza de Puerto Rico, que cada vez más se aleja de los principios fundamentales de la libertad económica. La activación política de los comerciantes ocurre también en un momento en que diversos países de la región latinoamericana han girado hacia gobiernos abiertamente de izquierda, influenciados por los regímenes totalitarios de Cuba, Venezuela y el Foro de Sao Paulo.
La inflación en ese país se calcula en el orden de 2,355%; el bolívar, la moneda oficial, técnicamente no tiene valor y se ha dolarizado, escribe Gustavo Vélez. (Miguel Gutierrez)
Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, México, y más recientemente Colombia, han escogido gobiernos socialistas y de izquierda.
Hay una agenda regional y hemisférica que busca virar hacia la izquierda a los países latinoamericanos, Puerto Rico incluido, sacando provecho del descontento ciudadano, de las desigualdades socioeconómicas que ha generado la globalización y la falta de un proyecto económico de libre mercado que sea más sensible e inclusivo hacia todos los sectores.
He planteado anteriormente y lo reitero, que urge humanizar el capitalismo y articular una respuesta global a los desafíos que representan las desigualdades económicas y la crisis climática.
Venezuela y Puerto Rico
Dentro del proceso de radicalización hacia la izquierda de países vecinos, algunos empresarios y observadores de la realidad puertorriqueña comienzan a comparar a Puerto Rico con Venezuela. El vecino país petrolero y anteriormente referente de prosperidad en América Latina está siendo gobernado desde 1999 por un gobierno de izquierda que primero fue liderado por Hugo Chávez y desde el 2013 al presente por Nicolás Maduro.
La entrada del chavismo a la vida política venezolana ocurrió en el contexto del desgaste de las fuerzas políticas tradicionales, el surgimiento de grandes desigualdades económicas, escándalos de corrupción y la pasividad del sector privado ante la amenaza que representaba el surgimiento del populismo liderado por Chávez. En el 1992, Chávez, como oficial del ejército, lideró sin éxito un golpe de estado al gobierno de Carlos Andrés Pérez. Luego de cumplir un tiempo en prisión el entonces presidente, Rafael Caldera, lo indultó y Chávez se lanzó como candidato presidencial en las elecciones del 1998, ganando por amplio margen.
Ya en el poder, gradualmente comenzó a radicalizar su gobierno hacia la izquierda incluyendo la nacionalización de empresas y activos privados, la eliminación de la libre expresión y, apoyado por Cuba, dirigió a Venezuela hacia un estado de carácter socialista. A pesar de que Venezuela tenía una exitosa trayectoria como una de las economías más modernas y sólidas del hemisferio, y a la vez, posee una de las reservas más importantes de petróleo del mundo, en la actualidad, el hermano país enfrenta el colapso de su economía y sobre seis millones de personas han dejado el país.
Según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI) el Producto Interno Bruto (PIB) venezolano ha descendido de $372,000 millones en el 2012 a unos $82,000 millones en el 2022. La inflación en ese país se calcula en el orden de 2,355%; el bolívar, la moneda oficial, técnicamente no tiene valor y se ha dolarizado. Una cleptocracia encabezada por Maduro y su círculo cercano ha desfalcado las arcas nacionales por $300,000 millones, según estimados de los grupos de oposición. Mientras, el venezolano promedio intenta vivir con un salario de $10 al mes.
Las similitudes que algunos en Puerto Rico comienzan a plantear aluden a que, al igual que Venezuela a finales de la década de 1990, aquí en la isla enfrentamos el desgaste de los partidos políticos tradicionales, la apatía e indiferencia de los profesionales y empresarios hacia el tema político, los resentimientos sociales y el fortalecimiento de los partidos políticos de izquierda en la escena electoral.
Al igual que en Venezuela, en la pasada década, 600,000 personas, mayormente profesionales y personas en edad productiva, se fueron de Puerto Rico buscando un mejor futuro en los Estados Unidos.
Puerto Rico no tiene petróleo como Venezuela, pero la economía recibe miles de millones de dólares en ayudas federales, lo que provee una estabilidad artificial, mitiga las tensiones sociales y la lucha de clases, pero a todas luces, ese modelo no es sostenible.
Urge un cambio de actitud de los sectores productivos ante las claras tendencias que se observan en Puerto Rico y es necesario contrarrestar la narrativa populista, que está arropando la discusión pública y muchas medidas gubernamentales. Hay una ruta alterna, pero debemos construirla y convocar a todo el país a ser parte de ella.
Este artículo fue publicado originalmente en El Nuevo Dia.