Las propuestas del PIP, cuando se sustraen de la lírica, no traerían el comunismo, pero sí más pobreza y éxodo, escribe José Nadal Power.
El programa de gobierno del PIP pasa por alto la movilidad de los puertorriqueños hacia los Estados Unidos, opina José Nadal Power (MARIEL MEJIA ORTIZ)
En los últimos meses los puertorriqueños hemos tenido que soportar los ataques entre los extremos ideológicos que intentan silenciar al centro político y razonable. Como parte de este fuego cruzado, se ha planteado que los candidatos del Partido Independentista Puertorriqueño buscan promover el comunismo. Aunque no hay dudas de que acudir a simposios organizados por los autócratas antiamericanos de Cuba, Venezuela y Nicaragua fue irresponsable y lleva a cuestionar las agendas del PIP, pensar que ellos podrían traer un régimen comunista a Puerto Rico no es creíble en estos momentos.
El peligro del PIP para Puerto Rico es otro. Es el programa de gobierno que han confeccionado como guía de lo que harían desde el gobierno de hipotéticamente ellos ganar unas elecciones. Ese programa de gobierno, además de proveer unas listas de deseos incosteables (sobre todo sin fondos federales), promete una serie de medidas antieconómicas que solo promoverían la pobreza y el éxodo de más puertorriqueños hacia los Estados Unidos. Veamos cinco puntos.
En primer lugar, se propone eliminar muchos de los incentivos que provee la Ley 60, que es la espina dorsal de nuestro ordenamiento para crear empleos y atraer inversiones. El plan del PIP contiene, por ejemplo, un ataque frontal a los incentivos para exportación de servicios de dicha ley, que crean sobre 30,000 empleos bien renumerados en la isla, en total contradicción con su discurso de mejorar la economía.
En segundo lugar, proponen “ampliar la base tributaria” sin aclarar bien hacia dónde o a quiénes la van a ampliar. Alguien terminará pagando más impuestos, sobre todo las corporaciones, ya que sí se promete “una nueva política fiscal que aumente los recaudos del sector corporativo”. Esto en momentos en que se hace necesario buscar reducir la carga contributiva corporativa para hacer a Puerto Rico más competitivo a la hora de atraer inversiones. Pero esto no parece ser prioridad para el PIP.
En tercer lugar, el PIP pretende regresar al fracasado sistema público de la Autoridad de Energía Eléctrica y la UTIER que le dejó a Puerto Rico una infraestructura eléctrica obsoleta, contaminante y costosa que actualmente es una carga y tal vez el principal obstáculo para nuestro desarrollo económico y calidad de vida. Eso no es futuro sino retroceso.
En cuarto lugar, de ganar el PIP, Puerto Rico perdería toda credibilidad como país, al ellos prometer y anticipar un nuevo impago a los acreedores del Gobierno de Puerto Rico y sus corporaciones públicas. En el documento específicamente se propone una nueva auditoria de la deuda con el fin de establecer una “quita o descuento de rigor” a lo que ellos consideren la “deuda legitima”. Esto nos retrocedería a donde estábamos años atrás, antes de que se comenzara el proceso de reestructuración de la deuda como parte de la ley Promesa.
Finalmente, prometen solicitar al gobierno federal que asigne en bloque al Gobierno de Puerto Rico los fondos federales de asistencia al gobierno y a los individuos “que no constituyan derechos adquiridos” (entiéndase casi todos los fondos federales, incluyendo los del Programa de Asistencia Nutricional) para utilizarlos para un proceso de transición hacia una economía de “pueblo libre”. Creo que a los miles de familias que se benefician del PAN les debe preocupar mucho eso. Esto coincide con el lenguaje Proyecto del Congreso 8393, que el PIP apoyó, para que esos fondos federales desaparezcan paulatinamente luego de una hipotética proclamación de independencia.
En resumen, el programa de gobierno del PIP pasa por alto la movilidad de los puertorriqueños hacia los Estados Unidos. Aunque como independentistas no les guste que la gente pueda viajar libremente hacia los estados, al ciudadano le basta con comprar un pasaje aéreo si se ponen en peligro las ayudas que recibe, o si se toman medidas que amenacen su empleo. Las propuestas del PIP, cuando se sustraen de la lírica, no traerían el comunismo, pero sí más pobreza y éxodo. Nos debe preocupar.
Este artículo fue publicado originalmente en El Nuevo Dia.