Lucha en los piquetes

Deirdre McCloskey dice que la teoría de que las "luchas" de los sindicatos son necesarias y están detrás de las mejoras en los ingresos y condiciones de los trabajadores es un pensamiento mágico.

Foto: Instituto CATO

La mayoría de la gente piensa que los trabajadores podemos mejorar "luchando". Formar un sindicato, por ejemplo, y luchar para obligar a los jefes a darnos más dinero. O luchar para que el Estado apruebe una ley por la que los salarios deban ser superiores a unos mínimos. O conseguir mejores condiciones de trabajo, bueno, luchando.

Mi colega Leon Fink, un brillante historiador del movimiento obrero estadounidense, me dijo una vez: "Sin sindicatos seguiríamos trabajando 12 horas al día". "No, Leon. Conseguimos la jornada de 8 horas no por la lucha, sino porque los trabajadores se volvieron tan productivos, y por tanto tan ricos, que no querían seguir trabajando 12 horas al día". Se rió y se marchó. McCloskey es tan conservadora. Está en contra de los trabajadores. Es obvio que conseguimos la jornada de 8 horas luchando, haciendo huelgas, campañas, peticiones, votando, protestando, ¿no?

No. La teoría detrás de las "luchas" para mejorar los salarios o las condiciones laborales es que los jefes tienen un gran montón de oro en la trastienda. La tarea de los sindicatos o del Estado es obligar a los jefes a renunciar a parte del oro y dárselo a los trabajadores. Por ejemplo, si obligas a la patronal a darte seis semanas de baja por maternidad, el oro sale a la luz. Si haces una huelga para reclamar un salario más alto, el oro sale a la luz. Si se aprueba una ley para que la jornada laboral sea de 8 horas, sale el oro.

Pero claro, es una teoría chiflada, incluso infantil. Es la teoría que tenías sobre la billetera de tu padre cuando tenías seis años: hay una cantidad ilimitada para pedir, o para luchar. Es pensamiento mágico. Pero mucha gente se lo cree.

Los jefes no tienen el oro. Consiguen el dinero para pagarte vendiendo lo que haces a los clientes. Si te suben el sueldo cada vez que te esfuerzas, los clientes pagarán. Y, por supuesto, pronto dejarán de pagar.

Entonces, ¿cómo mejoran los trabajadores? Mediante innovaciones que les hagan más productivos, para que los jefes puedan pagarles más y seguir en el negocio. Los salarios y las condiciones de trabajo vienen determinados por la oferta y la demanda. La oferta es lo que se paga. La demanda es la productividad. No hay lucha. Sólo un trato.

Esta pieza fue originalmente publicada en Instituto CATO.

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