Los últimos días del estado benefactor

Puerto Rico debe fortalecer las capacidades de su población ante la posibilidad de que los recortes en el gasto público federal afecten los fondos que se reciben en la isla para programas de asistencia social.

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El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha dejado en manos del líder de Tesla, SpaceX y la red social X, Elon Musk, la tarea de recortar el gasto público federal. En una foto tomada el pasado 19 de noviembre en Boca Chica, Texas, Musk y Trump caminaban antes del lanzamiento del sexto vuelo de prueba del cohete Starship. (Brandon Bell)

Queda poco para terminar el 2024, y mientras caminamos hacia el 2025 sería ideal comenzar a entender la dimensión de los cambios que vendrán con el nuevo gobierno federal. Recientemente, Donald Trump, anunció la creación del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) y pondrá a la cabeza de la dependencia a Elon Musk, quien se ha convertido en una especie de mentor ideológico. La nueva entidad, también codirigida por el empresario y otrora precandidato presidencial Vivek Ramaswamy, tendrá la misión de implementar profundos cambios en el gasto y el aparato gubernamental federal.

Los recortes que contempla el presidente Trump responden a los serios retos fiscales que enfrenta Estados Unidos, y simultáneamente responden a su visión ideológica y su entorno más cercano. La combinación de motivaciones detrás de las acciones fiscales tendrá un impacto dramático en la nación y en Puerto Rico. Los ideólogos de MAGA (Make America Great Again) creen firmemente en la reducción del estado, la reducción del gasto público, particularmente programas sociales, la eliminación de agencias regulatorias y la reducción de impuestos. Al igual que el presidente argentino, Javier Milei, está haciendo en su país, se avecina una revolución conservadora que va a tener repercusiones en todos los ámbitos de Estados Unidos.

Parto de la premisa que la revolución fiscal que impulsa Trump y su entorno cercano, representa el principio del fin del estado benefactor como lo hemos conocido durante las pasadas décadas. Cuando me refiero al estado benefactor, me refiero a cómo el estado ha creado un sistema de programas, ayudas e incentivos que han llevado a que cerca de la mitad de la población dependa del estado, en el caso de Puerto Rico. Ese estado benefactor ha sido financiado esencialmente por las asignaciones multimillonarias que envía el gobierno federal a la isla. Hay consenso entre los economistas en que la consolidación del estado benefactor ha impedido optimizar los recursos humanos disponibles para trabajar, ha distorsionado el comportamiento del mercado laboral y ha creado una sociedad paralela que opera en la marginalidad y la informalidad económica.

La tasa de participación laboral de 44%, muy por debajo de la tasa a nivel de la nación americana, que se encuentra en 62%, y el nivel de pobreza que se encuentra en 45%, mientras que a nivel nacional es de 12%. Las disparidades socioeconómicas entre Estados Unidos y Puerto Rico se explican, en gran medida, a que las políticas públicas apostaron a la dependencia en ayudas que se financian con dinero que no producimos localmente.

Estrategias para manejar los posibles recortes

En la medida en que los recortes en Washington se enfoquen en reducir los recursos fiscales a áreas programáticas como la salud, los alimentos, la educación, y hasta el seguro social, los gobiernos estatales, incluyendo el de Puerto Rico, tendrán que implementar reformas para transitar la mayor cantidad de participantes de estos programas, hacia la autosuficiencia.

En el caso local, desde hace tiempo hemos advertido que esos cambios son impostergables. Luego de que los desastres recientes contribuyeran a elevar las asignaciones federales a la isla a niveles históricos, hoy, el péndulo comienza a girar hacia un escenario de menos asistencia federal y, por ende, habrá que modificar las políticas asistencialistas. La pregunta es: ¿cómo implementar los cambios que se avecina con el menor impacto social y económico posible?

No podemos ignorar que entre el 2020 y el 2023, los fondos federales alcanzaron un nivel histórico como proporción del Producto Nacional Bruto (PNB), con 43%, 46%, 43% y 42%, respectivamente. Nunca en la historia moderna de Puerto Rico, las asignaciones federales habían tenido tanto protagonismo en la actividad económica del país.

Así las cosas, me preocupa que el gobierno o el propio sector privado no dimensionen los escenarios sociales y económicos que se puedan configurar para nosotros, una vez, la nueva administración Trump comience a implementar los recortes. Urge comenzar a explorar estrategias que permitan ayudar a las personas dependientes a emigrar la independencia económica.

Estrategias para promover la autosuficiencia

La administración saliente dio pasos afirmativos en esta dirección cuando decidió ampliar medidas como el crédito al trabajo y un proyecto piloto para promover la transición al trabajo entre quienes participan del Programa de Asistencia Nutricional (PAN). Con respecto a la primera medida, el beneficio tributario ha logrado incentivar a las personas a ingresar al mundo del trabajo formal, o reinsertarse en la economía formal, y cumplir contributivamente. Esperemos que la administración de continuidad a esos esfuerzos que son consistentes con la visión republicana del nuevo gobierno.

En segunda instancia, el gobierno debe promover el readiestramiento laboral de las personas que hoy participan de los programas de asistencia social para asegurar su empleabilidad, de manera tal, que puedan insertarse efectivamente y satisfacer las necesidades del mercado laboral. En esa línea, sería ideal promover el empresarismo y la autogestión como modelos para que la población, hoy dependiente, transite hacia la libertad económica y su independencia del estado. Por último, los gobiernos municipales de la región central de la isla pueden encaminar programas de reclutamiento para la industria agrícola que está carente de mano de obra.

Me parece que los cambios que vendrán a partir del 2025, representan una gran oportunidad para hacer una gran alianza, entre el gobierno, el sector privado, las universidades para forjar un proyecto de país, que cree los condiciones para que la mayor cantidad de personas transiten del estado benefactor al mundo productivo y de la autosuficiencia económica.

Este artículo fue publicado originalmente en El Nuevo Dia.

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