Necesidad es una palabra que se utiliza mucho en el ambiente político y social en nuestras respectivas comunidades; esto no debe sorprender debido a que tiene un gran poder emocional para los individuos. Esta palabra, favorita para muchos en la esfera política, se ha convertido en un arma retórica e intelectual contra las libertades de las cuales gozamos. La razón es que, en nuestro mundo dominado por el liberalismo democrático, la necesidad ha triunfado retórica e intelectualmente sobre el deseo.
La idea del triunfo de la necesidad sobre el deseo en nuestras sociedades políticas e, intelectualmente, en el liberalismo no es novedosa. Esta idea y los subsiguientes problemas y ataques contra la libertad que conllevan provienen del teórico político Kenneth Minogue. En su famosa obra La mente liberal, Minogue realiza una crítica al liberalismo moderno basada en que toda su política pública y sus posturas teóricas han sido dominadas por la palabra y la idea de necesidad.
Para Minogue, el problema del liberalismo moderno y su ataque a la libertad del individuo se debe a que la palabra deseo —que formaba como un ancla normativa del liberalismo— fue sustituida por la necesidad. El deseo era y representaba las aspiraciones de los individuos a defender sus derechos y libertades, en contra de los excesos del Estado.
Además, cada individuo en la sociedad tiene deseos diferentes y esto naturalmente trae conflictos. Esa diferencia y el conflicto que trae consigo es lo que salvaguarda a la libertad, debido a que la sociedad se construye y se desarrolla basada en la amplia libertad del individuo para satisfacer sus deseos; por eso, el liberalismo —que Minogue distingue entre clásico y moderno— enfatiza el deseo como herramienta para la emancipación del individuo, de las restricciones a la libertad de las fuerzas y los estatutos coercitivos del Estado.
En el mundo moderno, sin embargo, el liberalismo del deseo perdió la lucha contra el liberalismo moderno de la necesidad. La necesidad se convirtió en la base intelectual y de política pública para los liberales modernos, porque la necesidad con su poder emocional creó una nueva categoría de individuos: las víctimas.
La creación de categorías de víctimas transforma la política en un centro de batalla moral, en donde las instituciones del Estado se convierten en opresores y los liberales modernos se convierten en libertadores. Este liberalismo de necesidad es convertido en una cruzada de salvación, que busca un mundo perfecto donde no haya víctimas, donde no haya sufrimiento.
Esto es notable en toda la política y quizás todos somos liberales modernos, porque cuando se propone una nueva política pública, siempre se habla de resolver algún problema social; se habla de eliminar el sufrimiento. Un buen ejemplo son las políticas públicas sobre el estado benefactor, en las que el estado benefactor se presenta como cáliz de salvación para aquellos menos afortunados en nuestra sociedad.
Incluso quienes buscan políticas alternativas de pensamiento político de derecha utilizan argumentos en contra del estado benefactor, basado en que este crea víctimas o sufrimiento. En conclusión, Minogue argumenta que toda nuestra política ha sido dominada por la mente liberal y esta visión del victimismo.
Durante toda la historia de la sociedad moderna, mucho sufrimiento ha sido resuelto por el esfuerzo y la inteligencia humana. Muchas de las soluciones surgen de la habilidad del ser humano a ser y actuar libremente; no obstante, el liberalismo moderno siempre buscar crear nuevas categorías de víctimas; es un proceso que no tiene fin.
Minogue denomina el proceso de buscar nuevas víctimas y procurar soluciones para su sufrimiento como “meliorismo”: una doctrina que cree en el perfeccionismo de la condición humana por medio de eliminar todo el sufrimiento en la sociedad. Esta visión del liberalismo de necesidad termina convirtiéndose en un peligro fundamental para la preocupación primordial del liberalismo: la libertad del individuo.
En su visión idealista para acabar el sufrimiento, la necesidad en la sociedad utiliza el poder tributario o coercitivo del Estado para resolver los problemas, debido a que siempre procura encontrar más sufrimientos y víctimas, y a que eliminar el sufrimiento es imposible. Constantemente, la libertad individual seguirá reduciéndose o peligrando, mientras la necesidad siga siendo el enfoque del Estado.
Todos queremos la paz, eliminar la pobreza, en fin, queremos eliminar el sufrimiento; pero esto es imposible y lo más que se puede lograr es disminuirlo. La pregunta importante es ¿cómo se puede lograr disminuir el sufrimiento? La contestación es clara: permitiendo al individuo perseguir sus deseos dentro del marco legal y comunitario.
Solo un individuo libre puede tomar la ruta que alivia o elimina el sufrimiento que padece. Adoptar una visión del liberalismo de necesidad mayormente con las mejores intenciones termina eliminando algún sufrimiento, mientras crea otro en el proceso, todo a costa de la libertad del individuo.
Pensar en un liberalismo de necesidad hegemoniza para todos los individuos en la sociedad deseos particulares; sin embargo, en nuestra sociedad moderna existe una pluralidad de deseos y, para poder cumplirlos y aliviar el sufrimiento inherente en la sociedad, la libertad ordenada es esencial y resolver la necesidad NO.
Ojel L. Rodríguez Burgos es egresado de King’s College London y University College London, y estudiante doctoral de Relaciones Internacionales en The University of St. Andrews, Reino Unido.