El argumento moral como fundamento del libre mercado: un llamado a los defensores de la libertad económica en Puerto Rico

En su libro La arrogancia fatal (1988), Friedrich Hayek se enfrentó al desafío de refutar el socialismo de manera contundente. Este autor trasladó su análisis del socialismo desde las disputas políticas entre personas con diferentes valores o preferencias hacia una refutación lógica y científica de los errores del colectivismo. En este cambio de enfoque, Hayek reveló su pesimismo sobre cómo el socialismo seguía contando con adeptos, a pesar de décadas de campaña intelectual y pública, a través de obras como Camino de servidumbre (1944) y Los fundamentos de libertad (1960), y su participación en la fundación de La Sociedad Mont Pelerin.

Foto: Jacobin

Hayek, en su autobiografía, expresó su optimismo sobre la eventual derrota de las ilusiones socialistas; no obstante, no comprendió que ninguna de las tres tradiciones políticas de occidente —socialismo, liberalismo y conservadurismo— posee una certeza absoluta ni una fuente de conocimiento definitiva por la cual podamos conducir la actividad política. Cada una de estas tradiciones desempeña un papel dentro del contexto político occidental; por lo tanto, a pesar de los esfuerzos intelectuales y públicos de Hayek en favor de las políticas de libre mercado y su refutación del colectivismo, siempre habrá espacio, receptividad y adeptos para el socialismo en el mundo.

Las declaraciones del senador Rafael Bernabe en la revista Jacobin, de que hay “terreno fértil para que las ideas anticapitalistas avancen en Puerto Rico” ejemplifican la inclusión del socialismo en la tradición política occidental. Aunque se refute el socialismo con evidencia científica e histórica, persisten fuerzas en la Isla que mantienen la esperanza de promover políticas e ideas contrarias al libre mercado.

Los resultados recientes de la encuesta del Instituto de Libertad Económica sobre la afinidad de los puertorriqueños con los principios del libre mercado sugieren que la esperanza expresada por el senador Bernabe podría considerarse ilusoria; sin embargo, el pesimismo expresado por Hayek en La Arrogancia Fatal nos recuerda que, en la política, no hay una estrategia lineal de fin de camino que nos lleve hacia una utopía de libre mercado. Por ende, los defensores del libre mercado deben comprometerse en un diálogo constante e ininterrumpido, para persuadir a los individuos sobre la importancia de la libertad económica.

¿Cuál debe ser la estrategia de persuasión que los defensores del libre mercado deben adoptar? Muchos favorecen la idea de presentar argumentos económicos a favor del libre mercado, ya que la evidencia indica que mayor libertad económica conduce a un crecimiento económico exitoso; pero, centrarse exclusivamente en el argumento económico no garantizará el éxito que se busca, a largo plazo. El argumento económico debe complementarse y, en realidad, debería ser precedido por un argumento que involucre la relación entre la libertad y el sentido de pertenencia. Este enfoque se conoce como el argumento moral.

Cuando hablo de moralidad, no me refiero a un sistema de principios que determina lo correcto o incorrecto, sino a un arte de vida o una práctica diaria que guía la conducta humana, como la define Michael Oakeshott. Los defensores del libre mercado deben argumentar a favor de la moralidad del individualismo. Este individualismo ha permitido a cada persona perseguir su felicidad y su identidad moral dentro el marco de las condiciones de autoridad, como es el estado de derecho, siendo esta moralidad catalítica de la modernidad de la cual gozamos.

El argumento a favor de los libres mercados se centra en su capacidad de dar respuesta a la realidad de una moralidad individualista. El libre mercado se ajusta al carácter del individuo, descrito por Shirley Letwin como poseedor de virtudes vigorosas tales como la rectitud, la autosuficiencia, la energía y la disposición a la aventura. Desde una perspectiva moral, el libre mercado combina la libertad al permitir a los individuos buscar su propia felicidad. Además, la existencia del libre mercado se enmarca en la evolución empírica e histórica del individualismo en Europa, junto con sus prácticas, lo que implica un sentido de pertenencia.

Nuestra defensa del libre mercado no debe limitarse al aspecto económico, sino que debemos hacer hincapié en el argumento moral. Nuestro apoyo al libre mercado va más allá de consideraciones instrumentales de beneficios económicos, se basa en el hecho de que el libre mercado proporciona opciones significativas que moldean la felicidad y la identidad moral de los individuos. Es el libre mercado el sistema económico que reconoce nuestra individualidad y permite que florezca en medio de la diversidad de perspectivas individuales dentro de un Estado.

Los socialistas se enfrentan a la realidad empírica e histórica del fracaso de sus políticas para lograr la salvación; por esta razón, trasladan su argumento a la esfera moral, argumentando que el libre mercado es parte de la opresión experimentada por los seres humanos. Aunque gran parte de sus críticas se dirigen al libre mercado, su verdadero objetivo es la moralidad del individualismo; por lo tanto, si deseamos convertir a Puerto Rico en una tierra fértil para la libertad económica, nuestra estrategia de persuasión debe moverse constantemente hacia esta esfera moral. Por consiguiente, nuestro apoyo al libre mercado debe estar acompañado y dirigido por un argumento moral a favor del individualismo.

Ojel L. Rodríguez Burgos es profesor de relaciones internacionales en la Universidad Sagrado Corazón en Puerto Rico y estudiante de doctorado en la Escuela de Relaciones Internacionales de St. Andrews University. Sus comentarios políticos han aparecido en The Hill, The Washington Examiner y Forbes. Síguelo en Twitter @ojelrodriguez.

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