
El Presidente de Argentina Javier Milei da un discurso tras su Ceremonia de Toma de Posesión en el Congreso Nacional en Buenos Aires, Argentina, el 10 de diciembre de 2023. Marcelo Endelli/Getty Images
Argentina está viviendo su momento. Es una victoria del libre mercado. Un nuevo presidente libertario y antiguo profesor de economía eliminó los controles de alquiler como parte de una liberalización masiva del Estado cuando asumió el poder en diciembre. El resultado en el mercado inmobiliario, en contra de la intuición de algunos, es más viviendas con alquileres más baratos.
Al mismo tiempo, el nuevo presidente, Javier Milei, está reduciendo el tipo de interés, recortando el gasto público y controlando la inflación. La inflación bajó de más del 25% mensual cuando Milei asumió el poder, a alrededor del 4% en mayo, donde se mantuvo. Milei redujo la tasa de interés del 133% al 40% en el mismo periodo, lo que liberará capital para más inversión, empleo y construcción de viviendas.
En 2020, el gobierno anterior impuso algunos de los controles de alquiler más estrictos del mundo. Los controles exigían contratos de arrendamiento de tres años como mínimo e imponían un tope a los aumentos anuales de los alquileres al nivel más bajo entre el crecimiento de los salarios y la inflación. Se fijó un tope a los depósitos y se impusieron límites a la frecuencia con la que podían negociarse los aumentos de los alquileres. Los alquileres debían denominarse en pesos. Este guiso normativo no funcionó para los inquilinos ni para los propietarios, dada la elevada inflación. Anteriormente, propietarios e inquilinos se habían ajustado a la inflación mediante aumentos de alquiler cada pocos meses, o mediante la denominación de los alquileres en dólares estadounidenses menos sujetos a la inflación. Todas esas soluciones creativas terminaron en 2020 por decreto gubernamental.
La respuesta en los años siguientes era previsible para un economista del libre mercado como Milei. Muchos propietarios desahuciaron a los inquilinos, suspendieron el mantenimiento para echarlos o recuperar pérdidas y luego retiraron sus viviendas del mercado. El número de personas sin hogar aumentó en el contexto de la pandemia. Casi una de cada siete viviendas estaba vacía en 2023.
Los arrendadores intentaron vender sus propiedades a nuevos propietarios que quizá no tuvieran los conocimientos de mantenimiento o el capital para mantenerlas. Los pobres no podían permitirse tan fácilmente los depósitos para comprar las viviendas que antes alquilaban. Otros propietarios pusieron los alquileres en Airbnb a corto plazo, más caros, lo que se tradujo en alquileres más altos para los pobres. A medida que disminuía la oferta de alquileres regulares, los precios de los pocos pisos que quedaban subieron un asombroso 170% de la inflación en 2020, el año en que entraron en vigor los controles de alquiler.
Aunque un pequeño porcentaje de la población se benefició de los controles de alquiler a corto plazo, a largo plazo resultaron trágicos para casi todos los inquilinos, ya que en 2018 y 2019 los alquileres reales habían caído realmente. Se desarrolló un mercado negro, y los precios de los alquileres regulares subieron a niveles que predecían la inflación futura.
Ahí entra Milei. En los mítines de campaña, es famoso por blandir una motosierra para simbolizar lo que planeaba para la ineficaz normativa del país. Cuando eliminó el control de los alquileres, propietarios e inquilinos pudieron volver a negociar libremente la duración de sus contratos, el precio y la moneda en que se pagaba el alquiler (incluido el dólar estadounidense), y cómo se ajustarían los alquileres a lo largo del tiempo. En medio año, los efectos positivos confirmaron la teoría económica libertaria de Milei. La oferta de alquileres se disparó un 170%, y los precios de los alquileres ajustados a la inflación cayeron un 40%. Tanto propietarios como inquilinos salieron ganando.
Milei había señalado que algunos sentirán dolor antes de sentir los beneficios de las nuevas políticas económicas que él llama «terapia de choque». Unos pocos tuvieron que pagar alquileres más altos, o mudarse de apartamentos grandes en ubicaciones privilegiadas que ya no podían permitirse. Algunos no quisieron pagar en dólares estadounidenses cuando se les pidió. Todo ello provocó pequeñas protestas que se sumaron a otras de mayor proporción que abordaban las muchas otras reformas.
Pero, para la mayoría de los inquilinos, y para la economía en general, acabar con el control de alquileres ayudó. Milei también eliminó las restricciones a la importación de acero y otros materiales de construcción, lo que reducirá los costos de construcción y contribuirá al auge de la construcción. ¿Cuál es el resultado? Más empleo, vivienda y crecimiento económico. El libre mercado permite una asignación más eficiente de los pisos a quienes más los necesitan y pueden pagarlos. Eso incentiva a la gente a trabajar, incluso en el sector de la construcción, lo que aumenta la oferta de viviendas en los lugares más deseables y hace que los precios bajen aún más.
La fe de Milei en la libertad individual está dando sus frutos. Se opuso a las extralimitaciones autoritarias de los anteriores gobiernos argentinos, tanto socialistas como militares. Representa un nuevo enfoque más libre en Argentina, que sufrió años de mala gestión económica. La libertad individual, en el caso de la eliminación del control de alquileres, desenreda lo que se convirtió en un esclerótico mercado de alquileres para asignar dinámicamente los apartamentos de forma más eficiente entre todas las personas, no solo entre los pocos que se beneficiaron de los controles. Milei ha hecho todo esto a la vez que bajaba los tipos de interés y la inflación, lo que es una victoria para la democracia y para todos los argentinos.
Este artículo fue publicado originalmente en Inglés en The Epoch Times.

