Históricamente le hemos adjudicado al gobierno responsabilidades que no le confieren. Por décadas el gobierno se ha entronado en nuestra sociedad como el estado benefactor, que tiene la responsabilidad de satisfacer y suplir las necesidades básicas de sus ciudadanos.
Uno de los grandes problemas que tenemos en Puerto Rico es la cosmovisión que la población tiene con relación a las funciones del estado. Nos hemos acostumbrado a ver al gobierno como el que tiene que resolver los problemas sociales, justificamos su intromisión en los aspectos económicos y hasta le rendimos pleitesía a los políticos tratándolos con ciertos aires de realeza. Esta cosmovisión nos ha traído a los serios problemas económicos de carácter estructural que actualmente tenemos. Hemos mal acostumbrado a nuestra ciudadanía a que el gobierno nos resuelva todo, llevando a nuestros políticos a caer en la trampa del populismo. Este populismo se caracteriza por apelar a los sentimientos y pasiones del elector para movilizar el voto en masa en base a quien me da más beneficios. Este modelo económico keynesiano que prevalece en Puerto Rico nos ha llevado a la quiebra que por los pasados 15 años venimos sufriendo.
Los frecuentes apagones, el aumento en la tarifa de luz y múltiples deficiencias en los servicios básicos ponen en entredicho constantemente la eficiencia del gobierno. Nilda Pérez opina que Puerto Rico necesita un gobierno facilitador que promueva una economía descentralizada. (Stephanie Rojas)
Durante décadas hemos visto un gobierno gigante, que cada vez pone más impuesto para sostenerse y seguir acaparando con sus tentáculos en nuestra sociedad. Para poder cumplir con el plan de ajuste a la deuda y poder sacar a Puerto Rico de la quiebra, es necesario que cambiemos nuestros paradigmas y comencemos a repensar las funciones del gobierno. Tengo que reconocer que al menos desde el 2006 al presente, el gobierno ha reducido su nómina de empleados de 301,000 a 193,000, según los análisis de la economista Heidie Calero. Aunque esta reducción hay que evaluarla desde la perspectiva del gasto en contrataciones, ciertamente es un buen paso hacia la reducción del gobierno. No solo es importante transformar las estructuras organizacionales del gobierno, también hay que trabajar arduamente en educar a nuestra ciudadanía para que cambien su forma de ver e interpretar las funciones y responsabilidades del gobierno.
Analizando lo que ha pasado en las pasadas semanas con la aprobación de varios proyectos que se han convertido en ley, nos deja ver claramente que tenemos una necesidad urgente de reevaluar las bases filosóficas en las que nuestros políticos toman decisiones. Se aprobó la ley 52-2022 que en su artículo 86 pretendía poner nuevos requisitos de tasación y otras gestiones para transacciones sobre inmuebles. Esta ley fue declarada inconstitucional por el tribunal de primera instancia de San Juan por imponer un costo oneroso a la ciudadanía que desea vender su propiedad. El mero hecho de que este nefasto proyecto haya sido aprobado por ambas ramas legislativas y que fuese firmado por el gobernador, nos debe levantar una alerta de cuáles son los paradigmas que predominan en los políticos que actualmente ostentan puestos públicos en el poder legislativo y ejecutivo. No solo la aprobación de esta ley nos debe levantar bandera sino también la aprobación de la ley 42-2022, ley de la mal llamada reforma laboral. Esta ley que impone regulaciones onerosas a las empresas, que limita el crecimiento económico, y va en contra del plan de ajuste a la deuda aprobado.
A todo esto, debemos sumarle el bochornoso espectáculo de fuerza de poder y falta de consenso que protagonizaron los presidentes de la Cámara y el Senado con la aprobación del presupuesto para el año fiscal 2022-2023, que terminó con la aprobación del presupuesto de la Junta de Supervisión Fiscal. Todas estas acciones de nuestros políticos en las pasadas semanas nos deben levanta bandera de que no hemos aprendido nuestra lección de la quiebra de Puerto Rico.
Necesitamos con urgencia educar sobre el verdadero cambio de cosmovisión que necesitamos en nuestra sociedad. Puerto Rico necesita un gobierno facilitador que promueva una economía descentralizada, donde la producción y los mercados se rijan por la oferta y la demanda. Cuando uno estudia países emergentes con alto desarrollo económico e innovación como lo son Singapur, Irlanda, Israel, Suiza, entre otros, vemos gobiernos eficaces y facilitadores. Cuando un gobierno realiza la función de facilitador vemos como resultado un sistema empresarial vibrante y en desarrollo.
Está comprobado que donde existe un ambiente que simplifica la libertad de iniciativas y la libre competencia se generan sociedades tecnológicamente más desarrolladas y más prosperas. Con tan buenos profesionales y capital humano que tenemos en Puerto Rico, hemos fallado en crear unidad de propósito y una visión orquestada para nuestro desarrollo económico. Es momento de actuar por bien de Puerto Rico y de las futuras generaciones.
Esta pieza apareció originalmente en El Nuevo Dia